El
sinthome como cuarto nudo: la perversión[1]
en la neurosis y la suplencia en la psicosis
“Digo que hay
que suponer tetrádico lo que hace lazo borromeo – que perversión solo quiere
decir versión hacía el padre – que,
en suma, el padre es un síntoma, o un sinthome,
como ustedes quieran. Plantear el lazo enigmático de lo imaginario, lo
simbólico y lo real implica o supone la existencia del síntoma”
Lacan se refiere a su
R-S-I como a su 1, 2, 3 y en el Seminario 23: “El sinthome” se detiene en su 4,
esto es el cuarto nudo que mantiene juntos, unidos a los otros 3 que conforman
el nudo borromeo y al cual llama sinthome.
En dicho seminario
introduce dos conceptos, el ya explicitado de sinthome y con éste el de
perversión (père-version = padre-versión).
Todo padre es sinthome
pero que no todo sinthome es padre. En su primera clase del seminario citado
arriba, Lacan dice que “el complejo de Edipo como tal es un síntoma y que todo
se sostiene en la medida en que el Nombre del Padre es también Padre del
Nombre"[3];
es decir que por un lado, ubica al padre como un sinthome entre otros posibles que
pueden ocupar el lugar del cuarto nudo que mantiene unidos los otros tres
(Real, Simbólico, Imaginario) del nudo borromeo; y por el otro lado, reduce al
Nombre del Padre a una función, la de nominación. En sinthome abarca más que al
padre; el padre es el sinthome del cual se sirven los sujetos en la neurosis
quienes pueden hacerse un nombre sirviéndose del mismo, pero a su vez pudiendo
ir más allá de él. La perversión, la
versión del padre, lo que tiene que propiciar es que algo se nombre.
Si no se propicia la
nominación a través del padre, en la psicosis: ¿el sinthome o cuarto nudo es un
remedio a la falla del Edipo?; ¿podemos pensar que el sinthome es una suplencia
paterna? Puede considerarse que Lacan recurre a Joyce como ejemplo
paradigmático para responder afirmativamente a estas preguntas. Joyce anudó los
tres registros real, simbólico e imaginario a través de la escritura. Podría
decirse que la escritura le permitió a Joyce eludir el estallido de su psicosis
ya que, de hecho, existía en él la forclusión del Nombre del Padre. Joyce es un
ejemplo paradigmático en tanto muestra que es posible, cuando los tres
registros están desanudados, eludir el desencadenamiento de la psicosis por
medio del sinthome que funciona suplencia, como cuarto nudo que sostiene a los
otros tres.
Para concluir me
permito hipotetizar, entonces, que cuando nos encontramos frente a una psicosis
desencadenada o frente al estallido de una psicosis, encontraremos siempre un
punto de falla que implica la forclusión del Nombre del Padre, es decir, una
falla en la función de nominación del padre. A la vez, no siempre que exista
forclusión la psicosis se desencadenará o hará su aparición, ya que sujeto
psicótico puede tener la posibilidad de elaborar un sinthome, una suplencia que
le permitirá anudar los tres registros manteniendo una consistencia con la cual
podrá hacer lazo y circular por la vida.
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